Se trata del GlobalBuildingAtlas, una base de datos abierta con más de 2.750 millones de edificios en todo el mundo, representados con coordenadas, polígonos y alturas.

La novedad trasciende lo simbólico ya que gracias a un procesamiento basado en imágenes satelitales y algoritmos de Inteligencia Artificial, el atlas alcanza una resolución de 3 × 3 metros, unas 30 veces más fina que los mapas globales anteriores.
Además, el 97 % de las edificaciones cuenta con un modelo “LoD1” —es decir, un modelado 3D simplificado que incluye forma y altura—, lo que permite estimar volumen, densidad urbana y métricas de infraestructura con un grado de detalle sin precedentes.
Esta base de datos permite mapear la distribución del tejido construido a nivel global. Con datos sobre altura y volumen, es posible estimar la densidad de viviendas, el espacio urbano utilizable y desigualdades habitacionales. El indicador “volumen construido per cápita” podría convertirse en una referencia clave para políticas de infraestructura, vivienda y planificación social.

El atlas es valioso para modelar el consumo energético, las emisiones de CO₂ y la demanda de recursos. Además, facilita la planificación de infraestructuras verdes y políticas de resiliencia ante el cambio climático.
En zonas vulnerables, el mapa 3D global permite simular escenarios de impacto ante catástrofes naturales, evaluar la densidad de edificaciones y definir prioridades para evacuación o refuerzo de infraestructuras.
El alcance global del GlobalBuildingAtlas incluye regiones históricamente subrepresentadas, como África, Sudamérica y zonas rurales. Esto abre la oportunidad de visibilizar inequidades urbanas que antes no se reflejaban en las estadísticas.
El GlobalBuildingAtlas representa un salto histórico en nuestra capacidad de visualizar y analizar la “huella construida” del planeta. Para América Latina —y en especial para una ciudad compleja como Buenos Aires— ofrece, por primera vez, una plataforma global y detallada que combina tecnología satelital, IA y urbanismo.
En un contexto donde la planificación urbana, la crisis climática y la desigualdad habitacional reclaman datos robustos y precisos, este tipo de iniciativas puede transformar por completo la forma en que se diseñan políticas de vivienda, infraestructura, desarrollo sostenible y resiliencia urbana.