Algunas ciudades ya cuentan con redes Wi-Fi gratuitas de gran alcance urbano, entre ellas:
Tallinn, Estonia: líder en gobierno digital, ofrece Wi-Fi gratuito casi total como parte del programa e-Estonia.
Barcelona, España: con más de 1.000 puntos de acceso Wi-Fi, promueve el acceso abierto a internet desde playas, bibliotecas y espacios públicos.
Nueva York, EE.UU.: a través del programa LinkNYC, reemplazó cabinas telefónicas por terminales con Wi-Fi gratuito, carga de dispositivos y llamadas sin costo.
Helsinki, Finlandia: Wi-Fi público y sin registro en casi toda la ciudad, ejemplo de ciudad inteligente.
Buenos Aires, Argentina: la red BA WiFi cuenta con más de 2.000 puntos de conexión, siendo una de las más extensas de América Latina.
A pesar del avance, la cobertura Wi-Fi aún es fragmentaria y la calidad del servicio no siempre cumple con los estándares necesarios para actividades como el trabajo remoto o el streaming intensivo.
Frente a las limitaciones del Wi-Fi, ciudades y gobiernos comienzan a explorar el 5G como bien público. Esta tecnología multiplica la velocidad, reduce la latencia y permite la conexión simultánea de miles de dispositivos por kilómetro cuadrado, habilitando ciudades inteligentes y servicios en tiempo real.
Iniciativas destacadas:
Estados Unidos: ciudades como Chattanooga (Tennessee) experimentan con redes 5G municipalesgestionadas por empresas eléctricas públicas.
China: combina cobertura pública y privada, con zonas económicas especiales con 5G gratuito para startups.
Europa: la Unión Europea promueve redes abiertas y compartidas; en Francia y Alemania, municipios instalan 5G en escuelas, universidades y hospitales.
Brasil y México: incluyen al 5G en sus planes de inclusión digital. En São Paulo, ya hay zonas 5G públicas en escuelas y puntos clave.
En la región, el debate por la conectividad como derecho empieza a tomar fuerza. Programas como: Argentina Conectada, Internet para Todos (Perú) y Red Compartida (México). En todos los casos, apuntan a garantizar acceso universal, sobre todo en zonas rurales y vulnerables. Sin embargo, el despliegue de Wi-Fi masivo y 5G público enfrenta obstáculos: falta de inversión, infraestructura obsoleta y alianzas público-privadas débiles
El riesgo: que el 5G quede en manos privadas, profundizando las desigualdades existentes en el acceso digital.
Una conectividad plena —sin cortes, gratuita, veloz y segura— se perfila como un derecho digital emergente del siglo XXI.
Los países que inviertan hoy en modelos públicos o mixtos de acceso estarán mejor preparados para competir e incluir a millones de personas en la economía digital.
En un futuro cercano, la verdadera pregunta será: ¿quién garantiza el acceso a internet, cómo se financia y a quién sirve realmente?