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NUEVAS TECNOLOGÍAS

Publicado 16/07/2025

Alerta amarilla: así funciona el sistema de alerta temprana del Sistema Meteorológico

En un país como Argentina, donde los fenómenos meteorológicos extremos son una realidad recurrente, la anticipación y la información son vitales.
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En un país como Argentina, donde los fenómenos meteorológicos extremos son una realidad recurrente, la anticipación y la información son vitales.

 

Detrás de cada alerta de tormenta que recibimos en nuestros teléfonos o vemos en las noticias, opera un complejo y avanzado sistema: el Sistema de Alerta Temprana (SAT) del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Una verdadera orquesta tecnológica y humana diseñada para minimizar riesgos y proteger vidas y bienes.

El SMN ha consolidado un “escudo” invisible, pero sumamente efectivo, que se activa mucho antes de que la primera gota de lluvia intensa o ráfaga de viento fuerte golpee el suelo. Este sistema se basa en la combinación estratégica de diversas herramientas de última generación y, fundamentalmente, en la experticia de sus meteorólogos.

 

 

La mirada constante: radares, satélites y estaciones

 

En el corazón del SAT se encuentra la red de radares meteorológicos dispersa por el territorio nacional. Estos equipos, como centinelas electrónicos, emiten ondas que “pintan” un mapa tridimensional de la atmósfera, detectando la presencia, intensidad y movimiento de la lluvia, el granizo e incluso los vientos dentro de las nubes de tormenta.

A esto se suman los satélites meteorológicos, como los de la serie GOES-R, que ofrecen una visión macro del desarrollo de sistemas atmosféricos a gran escala, la formación de frentes fríos o la evolución de depresiones que pueden desatar fuertes temporales.

Completando este circuito de observación, una vasta red de estaciones meteorológicas e hidráulicas terrestres, incluso en grandes urbes como Buenos Aires, recopila datos precisos de temperatura, humedad, presión, viento y niveles de agua en cuencas y ríos, información crucial para prever inundaciones.

 

 

Algoritmos y expertise: la fusión que genera pronósticos

 

Toda esta montaña de datos no sería útil sin un procesamiento inteligente. El SMN emplea modelos numéricos de predicción del tiempo de alta complejidad, simulaciones computacionales que proyectan el comportamiento de la atmósfera a futuro, incluyendo la probabilidad y características de tormentas con días de anticipación.

La integración de estas herramientas con técnicas de “Big Data” permite refinar los pronósticos y las alertas con una precisión creciente.

Pero la tecnología por sí sola no basta. Es la experiencia y el ojo crítico de los meteorólogos del SMN lo que da sentido a toda esta información, interpretando las anomalías, detectando patrones y anticipándose a los fenómenos más peligrosos. Su monitoreo es constante, 24 horas al día, 7 días a la semana.

 

 

El código de colores que salva vidas

 

Una de las innovaciones más importantes del SAT es su sistema de clasificación de alertas mediante un código de colores, diseñado para ser intuitivo y de fácil comprensión para la población:

 

  • Verde (Tranquilidad): Todo en calma.

  • Amarillo (Atención): Posibles fenómenos poco habituales, pero con impacto leve. Se recomienda informarse.

  • Naranja (Alerta): Fenómenos peligrosos que pueden interrumpir actividades y afectar a la población. Requiere precauciones.

  • Rojo (Emergencia): Fenómenos extremos con alto riesgo para la vida y bienes. Exige acciones inmediatas y seguir las indicaciones oficiales.

 

“Este sistema de semáforo permite que la población entienda rápidamente el nivel de riesgo y actúe en consecuencia”, afirman desde el SMN.

Las alertas se emiten con anticipación, a veces con 24, 48 o incluso 72 horas de margen, y se complementan con los Avisos a Muy Corto Plazo (ACP), que alertan sobre eventos inminentes (dentro de las 3 horas) y exigen una respuesta rápida.

 

Información al alcance de la mano

 

La colaboración entre el SMN y los organismos de gestión del riesgo de desastres es fundamental. Esta sinergia permite que las autoridades locales y provinciales anticipen sus acciones, desplieguen recursos y coordinen operativos de emergencia de manera más eficiente.

Un “escudo” invisible, pero tangible en sus resultados, que trabaja incansablemente para que los argentinos estén siempre un paso adelante de las tormentas.